Blanca Montenegro
Este primer libro de poemas de Blanca Montenegro está asentado en la mejor tradición lírica, que jamás cede a los dictados de las modas, pese a que ahora vivimos una época donde lo prosaico y lo desperzonalizado a ultranza pretenden desautorizar, y amenazan con desplazar, las líneas que nacen de las pulsiones más personales, subjetivas, del hacedor de versos. Habitarme es, así, una bitácora confesional de resistencia, en la que se registran declaraciones de naturaleza íntima como: "Traté de salir a buscarme / y tropecé conmigo en la puerta". O como: "A veces, juego a ser yo misma, / me quedo sola, muerdo el silencio, / borro la sonrisa del disfraz. / Padezco golondrinas púrpuras / mientras contengo la respiración. / Paseo por el purgatorio: / doy siete vueltas / hasta escuchar el crujir de mis voces...". Como se ve en ambos casos modélicos, el yo lírico es el eje en torno al cual giran las poleas de un canto de acentuado tono metafísico, que llega a alcanzar diversos grados de patetismo y violencia expresiva. Se trata de una poesía que golpea porque desde su genesis misma no evade confrontaciones, y revela ante nosotros los más urgentes ardores, vacíos, orfandades, dudas, nihilismos, melancolías, o desencuentros, que, sin embargo, parece provenir de hace siglos. "Pero me reencuentro / luciérnaga escondiga en una mina de carbón. / y / entre hilos dorados / me reintegro a la ira de la existencia", nos confiesa Montenegro. No cabe duda de que la autora pone ante nuestros ojos una superficie de versos reflectante que nos devuelve la luz en penmbra a algunos de nosotros, cercanas y vibrantes otredades suyas.
Salvador Medina Barahona.