Wilson Rogelio Enciso
‘Historias guardadas’ es una novela corta, de ficción social histórica subcontinental, como lo acuña el autor, no solo de lectura ágil y rítmica, también, esta entretiene mientras desenreda con habilidad la historia económica, cultural y política de algún país, como muchos en el mundo, cada vez más: ¡enfermo de nostalgia social!
Mediante el pincel de la transfiguración literaria el autor devela la vida política, social, cultural y económica de aquel país, que puede ser cualquiera de América Latina, África, Asia u Oceanía. Lo hace a partir de una pareja de labriegos, los Alarcón Rojas. Estos nacieron en las laderas del páramo, al parecer el más grande del planeta. Allá se criaron, se conocieron, se amaron, trabajaron, sus hijos y sus respectivas aventuras tuvieron, frutos le sacaron al campo, fortuna hicieron y a su manera felices fueron... hasta cuando envejecieron. Entonces, sus herederos, tal vez para mejorarles la calidad de vida, o eso dijeron para evitarse el cuido y gastos extras que ninguno quería asumir, a un caserón en las afueras de la gran ciudad los llevaron y casi a su suerte los dejaron.
Manchas llegó tras morir el mayor de sus hijos: Leónidas. Aquel amigo amoroso y peludo, aparecido de la nada, vendría a ser, no solo el depositario de las historias guardadas de cada uno de los viejos, sobre todo las de Tobías, también, su custodio fiel hasta cuando estos para el otro toldo se fueron.
Para entonces, el expresidente Abelardo Uribia Morales le tenía precio a su cabeza por todo lo que en los medíos se decía que de él y de la historia patria escondida el minino sabía, según lo que el viejo Tobías en las entrevistas contó después del intento de robo que, al parecer, Abigail, su octogenaria esposa, casi tullida, con un bate de goma evitó, cuando a unos malandros en la sala del caserón a golpes molió.
El misterioso gato, al quedarse solo y antes de ser encontrado por los agentes de seguridad enviados por el innombrable y poderoso expresidente, desapareció y regresó a sus orígenes. Por allá la premonición paramuna en leyenda lo convirtió, a la sazón de los versos de Predestinación, una hermosa y pegajosa melodía de los Llanos Orientales, de Aries Vigoth.