Escribir acerca de mi ciudad natal y primer amor Puerto Armuelles, en especial de Monte Verde es una deuda atrasada la cual me he esforzado en pagar sin mácula alguna y sin alardes de estetista. He querido mostrarles las cosas tal como las recuerda el niño esquizofrénico de 8 años.

Guiado por el realismo y la ficción me propuse esgrimir el papel para defenderme de mi propia procastinación en tiempos de pandemia, por lo cual no ha sido mi intención atarles a finales felices, ni a finales tristes, tampoco les presento una obra biográfica o compendio  histórico, más bien me he esforzado por plasmar dentro de estas líneas aquellas cosas del Monte Verde suspendido en la década del 90.

Con la esperanza puesta en el presente considero urgente honrar todo lo concerniente al arte, cultura, e historia de Puerto Armuelles como factores de cambio ante los nuevos retos que la vida le propone a toda la región del Barú, creo que es fundamental para el fortalecimiento del valor e identidad de todos sus habitantes.

El espíritu del escritor latinoamericano ha encontrado siempre en sus orígenes la virtud para aportar al lenguaje de la Literatura Universal; Monte Verde y Puerto Armuelles entran a este umbral a través de esta primera obra literaria en el género de cuento.

Invito al entusiasmo por las letras del Barú e insto a todos sus habitantes a no dejar su sentir, ni olvidar sus raíces.