Poema: Elegía

Autor: Agenor Prieto Machado

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En memoria de un amigo
cuyas cenizas guarda el Mar Caribe.

¿Es vano todo esfuerzo ante el olvido?
Desdibujar pisadas es un arte
es la expresión del tiempo. Tú te has ido

ante el afán de nadie por buscarte.
Acaso oí un crujir que recordaba
el mimbre de tu hamaca al reclinarte

por las tardes. Y al fondo navegaba
el buque transatlántico. Balizas
son tus ojos amigo, lo olvidaba.

Ya el mar, ya rompen olas. Te deslizas
tú, tiempo sin contorno, es tu solera,
ser cofre en que se albergan las cenizas.

Morir no es el final, es la primera,
mirada hacia el origen. Ya te guarda
un pez multicolor la calavera.

Contemplo junto al mar la nube parda
y al silencio en la tarde se me olvida
que el agua tiene brillos de alabarda.

Como la selva en fuga de una herida
se visten el tucán y el guacamayo
tu blanca guayabera en despedida.

Ahora cada tarde es un ensayo
de luz que se reclina en tu aposento
la luz que sólo asiste a tu desmayo.

Como un arco en tensión, la muerte, siento
crujir en el silencio, abrir la entraña:
dos alas herrumbrosas por el viento.

La vida es un cristal que no se empaña
al pulmón sin aliento de los días.
La vida es ese mar en donde baña

un dios indiferente sus baldías
miradas sin objeto, sus jirones
de eternidad sin voz ni melodías,

de tarde que murió en los malecones.
Y es que hemos sido un brillo en la pupila
de nadie, un rumor, cavilaciones

ese caldo herrumbroso que destila
el tiempo. Ha sido un hondo balbuceo
en los labios sin voz de una sibila.
Contemplo junto al mar el devaneo
de la luz que atesora interminable
los ecos de tu voz mas no el deseo.

Es por tu estancia un rostro lamentable
el mío, que de muerte siente acaso
el crujir de tu hamaca reclinable.

Y queda en la retina un brillo escaso
si al desatar la luna su marea
se abren celosías de tu paso.

Y queda cerca de mi voz qué sea
allá por los manglares. Si es tu nombre
lo que una flor de agua deletrea.

Algún día tal vez la luz se asombre
al hallarte en la tarde (ensueños parcos).
Yo no me olvidaré que ha sido un hombre
el óxido en el casco de los barcos.

El Silencio Creador (Polibea 2015, Madrid)

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