Escrito: La sonrisa enigmática de Jorge Luis Borges

Autora: Cuquis Sandoval Olivas

La encomienda del presente trabajo hace uso de las letras para describir a uno de los más grandes literatos del siglo XX, misión que entraña una gran responsabilidad, porque inmiscuirse en vida y obra de Jorge Luis Borges, implica leer, releer, escuchar, interpretar, conocer su biografía, antecedentes, contexto y atreverse a dar una aproximación del significado encontrado en sus letras.


Además de dar lectura a varias de sus obras, me di a la tarea de escuchar varias de las conferencias que dictó a lo largo de su vida, a compenetrarme en entrevistas y análisis literarios, redactar algunas notas, participar en un encuentro lector en su nombre propiciado por el Club de Lectura “Suamox” de Colombia, ir reconstruyendo fragmentos de aproximación y cercanía, hasta finalmente atreverme a la reconstrucción el presente escrito.


Dice el poeta, escritor y editorialista Federico Corral Vallejo:
…además de un buen poeta, un prosista impecable, un crítico temido, un ensayista certero, en fin, un escritor en todo su esplendor; pero más allá de todo este manejo literario y de ser un polígrafo leído y reconocido en el mundo entero, antes que nada, era un hombre sabio, humilde y generoso. La sabiduría le fue dada por designio divino, si a ello le sumamos su interés por la lectura, que más bien era pasión por la forma en que devoraba libros. Quizá esta actividad fue el motor de su vida…Las lecturas que hizo de los clásicos nos las hereda en el ramillete de páginas impecablemente redactadas, mismas que después fueron no sólo impresas en su lengua materna, sino que atravesaron fronteras y germinaron en otras lenguas, logrando trascender el tiempo y el espacio. Remarcando lo anterior, un buen escritor desciende de grandes escritores, y para llegar a ser un gran escritor, no existe más formula que leer a grandes escritores, reflexionar en lo leído y empatar criterios, la lectura es sin duda la madre y la guía del aprendiz de escritor, Borges como gran autor que es, como clásico que es, amaba a los libros y a su biblioteca, de la cual expresó:
“Si me pidieran elegir el acontecimiento principal de mi vida, diría que fue (esta biblioteca). A veces pienso que nunca he salido de ella.”


En cada conferencia o texto escrito puede constatarse su apego y dominio a las referencias directas de la lectura universal, ya que desde niño fue un lector acérrimo, creció en un ambiente bilingüe y tuvo contacto con grandes eruditos, que sembraron en su alma esa sed de conocimientos y esa búsqueda constante de respuestas a las múltiples preguntas que brotan de la vida misma. Posteriormente de forma autodidacta aprendió otros idiomas. El ser políglota le abrió otras ventanas de oportunidades para acceder al mundo del conocimiento a través de las producciones originales; dominando el español, inglés, francés, alemán, latín e inglés antiguo.


Sus obras aluden a los sueños, la muerte, la vida, los laberintos, a los espejos, el infinito, lo eterno, a la fragilidad del tiempo, a las crisis existenciales, al fluir de la conciencia; utilizando un tono filosófico y una inmersión metafísico, esta última, fue considerada por Aristóteles como una primera ciencia que se divide en tres partes: la Ontología que estudia el ser, la Teología que estudia a Dios y la Gnoseología que estudia el conocimiento con gran maestría tanto la prosa como el verso.


Borges decía que los recuerdos existen de acuerdo a las invenciones que las personas hacen de este; por lo que atribuía una importancia singular a la literatura, ya que esta, es quien se encarga de propagar las memorias de personajes ficticios y reales de un tiempo y contexto determinado.


Su abuela y padre perdieron la vista paulatinamente, hasta quedar en la más completa ceguera, heredando a Borges esa triste condición, Dentro de ese mundo de sombras y neblinas le fue vedada la lectoescritura de forma tradicional, sin embargo, dentro de ese lento crepúsculo, desarrolló otras habilidades que le permitieron seguir haciendo lo que más amaba: leer, escribir y compartir. En el “Ensayo sobre la ceguera”, explica la mística de los colores, la difuminación de estos y la prevalencia de los destellos amarillos que seguía refulgiendo ante sus retinas.


Sus poemas están plegados de imágenes literarias, por lo que conocer sus referencias biográficas, es un puente que aproxima al lector a la interpretación de sus producciones.


Escribe a su padre el soneto a la lluvia:
Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto

Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
Tras la muerte de su madre, escribe el poema: El remordimiento:
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz.

Una de sus frases célebres:
“Siempre existe lo que el escritor sabe, sin saber que lo sabe”. Por eso, es responsabilidad del literato leer mucho, documentarse y escribir sobre ello, porque al ser mortales, ese será el legado que se deja a la humanidad.
Este escritor no representó solamente a la literatura argentina, sino a la literatura europea; traducido a más de 33 idiomas y siendo punto de referencia en la formación literaria universal. La edad fue mermando sus capacidades físicas, no las intelectuales, porque aún con la voz entrecortada, podía expresar sus ideales atrapando con un discurso pletórico de sapiencia y una enigmática sonrisa de ensoñación.

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