Ensayo: Y sin embargo, se mueve
Autora: Cuquis Sandoval
Mujer, cinco letras que encierran un mundo de significados; agrupados en la categoría de género; una historia de enfrentamientos internos y externos, que han permitido analizar tu silueta desvanecida frente al espejo de la vida.
Mujer, te invito a incursionar breve y someramente en tu papel preponderante contigo misma, tu entorno familiar, comunidad y sociedad en general. Retrata algunas de tus luchas constantes para encontrar un lugar y trato igualitario; una búsqueda de equidad milenaria; plegado de quebrantos, ilusiones y sueños; historias que se han ido tejiendo al calor de los años; cobrando vida a través de diálogos, conversaciones, intercambios orales, bibliografía y registros históricos, los cuales han permeado a través del tiempo.
Mujer, has derramado ideales por el viento; quimeras que han ascendido a las nubes cual espirales de humo, buscando el refugio dentro de los copos de algodón, que cuando no pueden seguir sopesando tus cargas emocionales, quebrantan su delgada capa de protección y empiezan a caer cual gotas suaves de lluvia, que buscan lavar penas, subsanar dolores de esos rostros femeninos que posan su mirada en lo alto, buscando respuestas a sus constantes e inquisidoras preguntas y plegarias; otras tantas, se vierten, cual torrentes que desahogan sus tristezas convertidas en llanto, en agua que corre; escudriñando y alimentando el cauce de arroyos, ríos, hasta llegar a la inmensidad del mar, donde la historia de nuestro planeta tiene su inicio de vida.
Mujer, que de acuerdo al libro de Génesis, fuiste creada a imagen y semejanza del hombre, con la extracción de una costilla se te formó y confirió el soplo de vida; al tiempo que se trató de apagar tu intelecto. Sellando tus labios y pensamientos; debías caminar atrás de tu compañero, ayudando y obedeciendo, siempre a la sombra, del mandato y atropello del varón.
Mujer, la misma Biblia te otorgó un papel secundario, no figuras dentro de los doce hombres que escribieron el nuevo testamento; tus conocimientos han estado dormidos, soñolientos, cubiertos con un velo, que cual losa de concreto, no te permitía emerger de la oscuridad impuesta. Cuando la iglesia “santa, católica y apostólica” tuvo su aparición, los varones eran y son, quienes pueden estar a la diestra de Jesús, pregonando su nombre, impartiendo los sagrados sacramentos y sirviendo desde el púlpito en la educación eclesiástica del pueblo. Al inmiscuirte en los asuntos espirituales, por convicción, vocación o imposición, sigues estando al mando y servicio de los sacerdotes.
Mujer, fuiste sobajada por Aristóteles, uno de los máximos exponentes de la filosofía al afirmar: “La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades. Es un hombre inferior. La naturaleza solo hace mujeres cuando no puede hacer hombres” (384 a.C. -322 a.C.) denotando en su escrito un tremendo sesgo sexista. Quienes tenían la autoridad moral y poseían la luz del conocimiento, sobajaron y ultrajaron tu autoestima y personalidad. Santo Tomás de Aquino (1225−1274), dijo: “La mujer como individuo, es un ser endeble y defectuoso”. La iglesia te llamó “bruja” y te condenó a la hoguera; los potros de tortura flagelaron tu cuerpo, las llamas desaparecieron tu esencia misma, convirtiéndote en cenizas. Aún, si tenías la fortuna de nacer dentro del linaje; tu condición de mujer, era una limitante absoluta, ya que en épocas de reyes, solo los varones tenían esa unción preferencial de adquirir la monarquía hereditaria.
Mujer, cual sombra desdibujada tras el contorno masculino, has visto resurgir y renacer el tiempo. Hasta la edad media prevaleció el oscurantismo para toda la humanidad; sin embargo, cual planta que emerge a la vida aún en condiciones extremas, renace y florece la cultura; las artes empiezan a expandirse y dejar ver las maravillas del mundo y sus habitantes. Pintores como Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Sanzio, plasmaron en sus obras agudeza y creatividad. Te utilizaron mujer, como musa o protagonista de algún retrato. Y cuando en algún lugar del mundo surgía algún destello artístico femenino; el ingenio era guardado, opacado; semejando a la descripción que hizo Platón en su alegoría de “la caverna”, forzándote a vivir en la más completa oscuridad.
Mujer, tu nombre no está escrito en el renacimiento ni en la ilustración; pero se encuentra en primera plana ante los agravios, resabios y prejuicios cometidos contra tu integridad. “Y sin embargo se mueve” susurró el científico Galileo, al estar postrado ante la inquisición, después de abjurar de la visión heliocéntrica. El cambio era inminente; no era posible seguir concibiendo y fundamentando dogmas, bajo el auspicio y mirada delimitadora y castrante de la iglesia; gracias a grandes pensadores nace una nueva manera de contemplar el mundo: Nicolás Copérnico, Kepler, entre muchos otros, abrieron una puerta con dimensiones infinitas al conocimiento del universo. La luz del entendimiento fue tal, que la misoginia imperante no pudo detener los destellos que llegaron hasta tu intelecto; empezaste a brotar, a germinar y emerger en puntos distantes; tu voz antes callada y sumisa, empieza a buscar forma, sonido y mensaje para llegar a canales receptivos.
Mujer, renaciste en la primera feminista de América, conocida como la décima musa, quien en sus versos y prosa, rescata y defiende tu esencia: “Hombres necios que acusaís a la mujer, sin ver que soís la ocasión de lo mismo que culpaís…”
Mujer, tus voces feministas dieron el primer paso en la transgresión de este tabú gestado por siglos; empezaron a escucharse contra la sublimación de creencias e ideales; a la par de los cambios científicos, se avisoraban cambios drásticos en la sociedad.
Mujer, tus gritos de protesta brotaban por doquier: Mary Wollstonecraft desde Inglaterra pugnó por superar la subordinación femenina con el acceso a la educación, proclamando igualdad entre ambos géneros; fundamentados en su ensayo: “Vindicación de los derechos de la mujer”, en 1790. Argumentando que razón y pasión son piezas fundamentales que componen a cualquier persona; no debiendo existir la supremacía de una sobre la otra.
Mujer, fuiste condenada a la guillotina o al exilio político cuando Olimpia de Gauges, escritora francesa y pensadora prolífera, demandaba en la “Declaración de los derechos de la mujer” (1791): libertad, igualdad y derechos políticos; siendo además la primera que se declaró en contra de la esclavitud. Por un siglo se manifestó la necesidad de incorporarte a la vida política. Desde 1848 con la “Declaración de sentimientos de Seneca falls”, texto fundacional del feminismo como movimiento social, hasta 1948, fecha en que se firmó la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, aprobada por las Naciones Unidas; permeados de ideales de mujeres sufragistas, quienes reivindicaban el derecho al voto.
Mujer, enfrentaste la crudeza del pensamiento filosófico, quienes desde el ámbito intelectual te considerban apta para incidir un poco dentro del ámbito privado; pero cerraban con su pensamiento, tu acceso a la vida pública. “Y sin embargo se mueve”, seguiste floreciendo como planta en el desierto, aferrada a tus raíces, que se expandieron cual tentáculos por las entrañas de la tierra, hasta obtener el agua subterránea de la vida. Has alcanzado grandes peldaños, avanzando un paso a la vez; el sufragio, reconocimiento y cuidado de tu cuerpo; el derecho a la reproducción en cuanto a número y esparcimiento de tus hijos; el acceso a la educación, libertad de expresión; incursionado en espacios que solo eran destinados para los varones.
Mujer, resurgiste como el ave Fénix; tomaste la bandera al ser pionera o sobresalir en distintos campos: Hipatia de Alejandría, Juana de Arco,Valentina Tereshova, Elizabeth Blackwell, Sirimavo Barandanaike, Marie Curie, Virginia Wolf, Madre Teresa de Calcuta, Frida Kahlo, entre muchas más. “Y sin embargo…”, aún hay un largo trecho por avanzar. Senderos que siguen obstruidos por la estrechez de pensamiento; por enarbolar ideales que siguen pendiendo de la ignorancia y androcentrista del poder y predominio. Países donde ser mujer, aunado a ser pobre, representa un estigma de inequidad y opresión: Nigeria, Somalia, Mali, República centro africana, entre otros; donde predomina una alta tasa de mortandad materna, prácticas de ablación, matrimonios negociados por los padres, y un sinfín de carencias y violencia que atentan contra la dignidad del ser humano.