Andrés Calamaro

Autor: Maximiliano Curcio

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Artífice de su incontenible fábrica de canciones, brutalmente honesto o nadando a contra corriente. Recluido en el encierro de su noche interminable o idolatrado en su ‛Lunático Regreso’ de 2005. Amado, incomprendido, excesivo o exiliado, la poesía fértil de este incansable gestor de melodías alumbró el trayecto de una ecléctica carrera musical. La voz del millón de dólares, como alguna vez su compañero de ruta Ariel Rot lo definiera. Desde Raíces a Los Abuelos de la Nada, y desde Los Rodríguez a una trayectoria solista vertiginosa, intrépida, políticamente incorrecta y sumamente original. Las mil vidas del comandante Andrelo. Andrés Calamaro vive a la altura del legado de un hombre cuya fertilidad compositiva no cesa de sorprenderse que deja su alma en las grabaciones, ese que vivió subido a los escenarios, el artesano de las canciones imposibles, el que se atreve a otros estilos y aun así llega al gran público, el de experimentos instrumentales sublimes solo apto para incondicionales fans.


Ese mismo que, en su refugio íntimo de Camboya Profundo, fue tejiendo el pulso de su historia y coleccionando hitos que hoy millones de salmones cantan de memoria.


Desde El Hornero Amable y su laberinto, nos pidió perdón mil veces y todavía tiene mil más. Porque hace décadas que sigue siendo un número puesto. Un auténtico ave fénix, quien con paciencia y a lo largo de interminables noches sin dormir, fue cimentando la búsqueda de la canción perfecta, haciéndose incombustible al paso de los años y las modas.

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