Edgardo Camargo

Comencé a escribir poesía durante la secundaria. Mi primer poema fue un intento desesperado por reconquistar a una noviecita que me había dejado. El poema no funcionó pero me hizo descubrir ese deseo de plasmar en letras los sentimientos, sueños y pasiones que experimentamos al enamorarnos, contemplar una linda sonrisa, y cuando nos perdemos en una quimera o un sueño inalcanzable. Me gustaba escuchar música romántica para buscar inspiración, por ejemplo, las canciones de Cristian Castro.

En la lectura también encontraba inspiración, en los poemas de Pablo Neruda, José Angel Buesa y otros. Leí dos veces “El amor en tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez. Y la película la he visto ya varias veces. Pues me sentía muy identificado con el personaje de Florentino, el eterno enamorado de Fermina Daza. En fin, cuando escribía, porque ya poco lo hago, era para dejar plasmado en papel, lo que se vive cuando nos enamoramos, cuando somos sensibles a los altos y bajos del amor, cuando soñamos en silencio por amores imposibles e inalcanzables, y sobre todo cuando somos víctimas del desamor.

La poesía era la forma de vivir esas quimeras, de experimentar esa pasión, de guardar el dolor que se vive cuando te vuelves prisionero de las trampas del amor y del corazón. Siempre quise hacer un libro con mis poemass, creo tener más de 500, pero nunca saqué el tiempo para hacerlo. Una vez logré enviar unos a una emisora de radio, Radio Mil, que se caracterizaba por poner poemas de amor durante su programación. En esa emisora logré la publicación de tres poemas bajo la voz de John Gresh, quien tenía una voz espectacular para leer poemas románticos.

Aunque he escrito sobre cosas en general, la mayoría de mis poemas son románticos. Muchas veces me sirvieron para conquistar chicas en mis tiempos de juventud, o simplemente para expresar lo que una linda sonrisa puede despertar en la mente y el corazón de un soñador. Aunque en estos tiempos se considera la poesía algo cursi en el proceso de conquista o enamoramiento, me alegra saber que aún hay personas que creen en la poesía, y la usan como el instrumento ideal para expresar sus sentimientos, sueños, temores y pasiones.