Poema: El ritmo recuerda el origen

Autora: Melisa Nungaray

La canción está en el pulso de las aves.
En la noche resplandece el incompleto andar
del reflejo de los hombres con su áspero misterio,
aún la lluvia asciende.

Quiero guardar el mar perdido de la historia,
navegar en los días muertos,
subir el rostro al ciprés lejano,
desvestir el sol en la mirada.

Nadie sabe lo que guarda el brillo
de la eternidad y el sueño de la mujer que recorre
el lienzo de los peces muertos,
a donde el mundo junta los brazos terrestres
y el impulso del firmamento.

El ojo del mar va hacia la arena,
como el abandono de la flor y de los pájaros,
el arca entreabierta calcina los huesos
de aquellas islas de hombres olvidados.

El mar está aquí en los labios del presente,
los cuerpos están en movimiento sobre la arena
de la tierra blanca, aunada al floreo de la mariposa.

Los cuerpos fluyen en las venas de la tierra,
media luz al mar y estamos dentro.

Vendrán más a la danza,
la armonía azul pinta a los infantes.
Arriba del ojo alguien desliza el ritmo del mar.

El ojo del mar va hacia la arena
a donde el mundo junta los brazos terrestres,
los cuerpos están en movimiento sobre la arena,
los cuerpos fluyen en las venas de la tierra,
se escucha el tambor en la orilla.

Las olas a lo largo de la estrecha enunciación
de días futuros y pasados
abrazan la canción dispersa en el horizonte,
en la claridad de la luna y el acervo
que la noche oculta en el reflejo del hombre.

Perdimos el mar al nacer,
agua es el hombre
que viste al viento y a la muerte.
El oleaje eterno lo persigue,
el ritmo recuerda el origen.
Así la poesía, así el mar, así el hombre…

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