Gustavo Cerati

Autor: Maximiliano Curcio

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Elegante performer, divo absoluto,guitarrista feroz, cantante inmaculado y visionario arquitecto de sonidos. Desde la popularidad de una banda con proyección internacional a la solidez de una carrera solista sin fisuras. Subido a la montaña pop, fue un ferviente creador de ritmos y melodías. Tomando el mando del pulso rockero hacia su independencia musical, fue lo suficientemente astuto y original como para convertirse en un referente de la segunda generación de nuestro rock y un modélico artista que continúa inspirándonos.


La música de Gustavo Cerati, durante su fructífero período solista, parece llamarnos desde el futuro, con anticipación fidedigna. Algún día nos dijo ‘adiós’ y, sin embargo, le agradecimos por venir. Viajar hacia la génesis de sus mágicos acordes representa un auténtico paseo inmoral que descubre la obra atemporal de un precursor que suena como un disco eterno, dispara imágenes como un revólver y se rodea de bellos instrumentos para mutar en elegantes melodías. Reconstruir su período fuera de Soda, desde “Colores Santos” (1992) hasta “Fuerza Natural” (2009), trasluce la mirada musical de un artista incesante en la experimentación, maduro artísticamente y portando las ropas de un pionero inexorable. Nos llevó a su íntima zona de promesas, dibujó un lago en el cielo, nos hizo creer cosas imposibles y nos convenció de que ‘mereces lo que sueñas’.


Surcando galaxias de evanescente fertilidad creativa, Gustavo fue un perfecto arquitecto de sonidos, poseedor de una obra trascendente. Capaz de correr riesgos artísticos (“Siempre es Hoy”), reformular el canon rock en nuestro idioma (“Ahí Vamos”) o trazar una obra conceptual de múltiples interpretaciones (“Fuerza Natural”). Acaso los trabajos recopilatorios editados luego de su partida (“Cerati Infinito” y “Satélite Cerati”) no solo constituyen un acto celebratorio para sus acérrimos fans, sino que resumen las inquietudes musicales de un superdotado. Generadoras de sensaciones tan movilizantes, sus canciones nos devuelven la génesis de la música como imprescindible aliada: las melodías de Cerati serán siempre un lugar de refugio, consuelo, compañía y libertad.

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