Poema: Oda a Tegucigalpa

Autor: Mario Hernán Ramírez

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Tegucigalpa, Tegucigalpa, mi bella capital, templada en la fragua del acero, del mármol y del oro, tu orgullo es ancestral.
Tegucigalpa, Tegucigalpa, mi bella capital, desde siempre, luces: airosa, señorial, hospitalaria y majestuosa, tienes la gracia de una princesa consentida.
Tus hijos, todos, reflejan la estirpe de un legado de gallardos caballeros y damas de porte imperial.
Geográficamente semejas un vaso gigantesco, multifacético, porque ahora te poblamos: mestizos, garífunas, árabes, chinos, gringos y europeos.
Tus celosos y fieles protectores: El Picacho, Juana Laínez y El Berrinche, son barreras inexpugnables, de tu augusta soberanía.
Hoy reflejas el talante de metrópoli moderna, rascacielos, bulevares, anillos periféricos, aristócratas colonias y barrios antañones forman el contraste maravilloso de ciudad encantadora, de frescos amaneceres y fascinantes noches multicolores, semejando un coloso nacimiento.
De iglesias coloniales, de antigua imaginación, también posees el Templo Mayor en la aldea de Suyapa, residencia oficial de la Madre bendita de todos los hondureños.
Tegucigalpa, Tegucigalpa, tu nombre sonoro, sirvió de cuna al más grande varón de la región centroamericana, Morazán y del caballero sin tacha y sin miedo, Cabañas.
En fin, la historia de Honduras pasa por ti, mi amada Tegucigalpa.
Tegucigalpa, Tegucigalpa, ciudad mimada donde convergen los poetas, literatos, empresarios, políticos de buena estampa, militares, diplomáticos del mundo entero y te vuelve cosmopolita, Tegucigalpa de mis amores.
Tu desarrollo es infinitamente grande y prometedor. Orgullosamente, con todo lo que posees, hoy le das la bienvenida al más exigente visitante.
Vive por siempre en la gloria de primera gran ciudad de nuestra querida y a veces maltratada Honduras.
Dios te salve Tegucigalpa amada
Mario Hernán Ramírez
Tegucigalpa, M.D.C.

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