Poema: Reflexiones de un anciano
Autor: Mario Hernán Ramírez
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El viento aleve parece debilitar sus entrañas y cual hojas al espacio elevar su cuerpo, es el tiempo irreversible que con mordaz sonrisa se burla de la tercera edad.
Pero, hay una fuerza, energía y entusiasmo y como un reto al implacable tiempo sigue una ruta cual velero en raudo vuelo vigorosamente espera mejores días.
Cuando hay fe, esperanza y optimismo y mientras haya un Dios Omnipotente, no habrá barreras ni obstáculos que detengan su camino hacia la gloria que le espera al débil y mítico anciano que cargado de desengaños vuelve a la vida con más vigor en cada amanecer. Y cómo el bambú resiste las tempestades que al roble matan al arrancarle de la tierra sus potentes raíces.
En su báculo se apoya, es la ayuda de su espera, el amor de sus engendros y esa fuerza natural de su carácter, la razón de su existir y mientras ello resista, no habrá vientos ni huracanes ni tempestades que lo venzan, hasta que El Supremo lo llame.
Es el viejo, es el rector eterno de la humildad, a veces retentado, mal humorado y hasta humillado, que con su experiencia y sabios consejos sabe sortear todos los sinsabores y sacrificios que por delante a su paso surgen.
Sin embargo, el viejo atolondrado, discriminado, olvidado, marginado y a veces descarnado, va cargando en su cuerpo una alforja de experiencias y en su mente un cúmulo de sabiduría.
Y aún más, en su corazón existe un refugio de perdón y de santas oraciones por todos sus semejantes. Es un nido de amor.
Y Plagiando al Dr. Guardiola: “Que los corazones sanos y las almas generosas, arrojen lirios y rosas al paso de los ancianos” … Porque el mundo siendo mundo, si cabe en cinco letras, muy grande no ha de ser, como dijo alguien por allí… Atrás quedó la juventud, esa juventud a la que Darío llamó “divino tesoro… ya te vas para no volver”, con su cargamento de pedantería, soberbia, prepotencia, autosuficiencia, arrogante, temeraria y vanidosa.
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